Cultura

“Falso documental”, una compilación de la poesía de Luis Chaves

La poesía completa de Luis Chaves, uno de los escritores latinoamericanos contemporáneos más destacados, es reunida en “Falso documental”, volumen que abarca casi 20 años de producción (1997-2016), donde se establece un profundo vínculo entre la imagen, la música y la memoria a partir de fragmentos que reconstruyen fotografías dispersas de varias épocas.

“Fotos mal enfocadas/ frente a monumentos ecuestres/ La bruma de la droga/ anécdotas de bajo impacto/ y pasajes de películas mal dobladas/ Con esto llegamos a los 40/ no seamos malagradecidos/ podría ser peor”, se lee en uno de los poemas que mejor reflejan el espíritu del volumen publicado por Seix Barral, estructurado como un viaje al pasado, desde el inédito “Fuera de la gravedad” hasta “Los animales que imaginamos” (1997).

Como una cámara en movimiento, la voz que configura Chaves abarca infancia, amigos, amores, drogas, viajes, canciones, obsesiones, climas, estados de ánimo y recuerdos que atraviesan dos décadas intensas, veloces, marcadas por el ritmo de una banda sonora que captura, no sin cierta nostalgia, la respiración de cada época.

Chaves (San José, Costa Rica, 1969) es autor de una obra que abarca poesía, narrativa y crónica, donde figuran los libros que se incluyen en este volumen: “Iglú”, “Monumentos ecuestres”, “Asfalto, un road poem”, “Chan Marshall”, “Historias Polaroid” y “Los animales que imaginamos”, que recibió el Premio Hispanoamericano Sor Juana Inés de la Cruz. También publicó la antología “La máquina de hacer niebla” (Premio Nacional de Poesía de Costa Rica 2012) y la novela “Salvapantallas”, entre otros libros.

“En el espejo de la lectura cronológica, vi los cambios emocionales y hasta físicos de ese que escribió en veinte años lo que ahora está junto aquí, en un solo volumen. No se imaginaba aquel de 1997 esto que ahora, reuniendo bloques de vida, es otro libro, uno diferente”, escribe en el prólogo Chaves, quien habló sobre el origen de esta publicación.

-¿Cómo fue el proceso de ordenamiento de tu propio material desde tus trabajos más recientes hacia el pasado?

-Pese a que lo que me proponía la editorial era algo sencillo, juntar los PDF de cada libro publicado uno detrás de otro y listo. Nada más lejano a eso. Repasé los libros completos, poemas que no había leído casi desde que fueron escritos. Hablo de poemas que se publicaron en 1997, por ejemplo, pero que estaban “listos” desde un par de años antes. Eran como textos escritos por otra persona. Pero no, los escribí yo. Fue raro, como cuando uno escucha la voz propia por primera vez en una grabación.

-Si bien cada libro tiene características particulares, a través de la lectura se puede ver una profunda relación entre la fotografía, las canciones y la memoria. ¿Cómo funciona la imagen en tu escritura?

-Todo parte de ahí. De fragmentos. Fotogramas mentales. Tengo pocas ideas, todas básicas y en lugares alejados del ‘insight’ filosófico. Creo que es evidente eso en lo que puedo escribir. Pero puedo observar y luego tratar de unir lo que veo afuera con lo que veo adentro.

-A través de todo el volumen se puede ver un variado uso del lenguaje: prosa, verso, canciones. Incluso tu libro “Asfalto” se publicó primero como poesía y después como nouvelle. ¿Qué pensás de las divisiones en categorías de la literatura?

-Lo que hago es escribir (bueno, también hago otras cosas). En ocasiones, un texto “te pide” un formato. Pero otras veces me pasa que empiezo a escribir y desarrollar algo sin saber el género en el que luego va a encajar. De hecho, ese ha sido trabajo de algunos editores, entregué archivos prácticamente diciendo “ponele el género”. Está también el cruce de fronteras entre géneros, ¿no? El hibridaje. Creo que la literatura avanza más rápido que los criterios taxativos de la academia, la crítica y las editoriales.

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